Bebía tanto alcohol que mi hija de 12 años tenía que preparar la comida
Bebía tanto alcohol que mi hija de 12 años tenía que preparar la comida
«Mi hija me dijo que no le gustaba el hecho de que siempre olía a vino. Eso fue el momento en que pensé que podía tener un problema».
Lo que empezó como unas copas de vino por la noche con su marido pronto se convirtió en un problema de dependencia para Alice.
El de Alice -natural de Birmingham, Inglaterra, y madre de una hija- es un caso más del creciente número de mujeres que padecen de alcoholismo en Reino Unido.
La rutina de la copa de más
«A mi marido de entonces le gustaba pasar por el bar para tomar un par de copas antes de ir a dormir», recuerda.
«Pero cuando tuvimos a la niña, eso se convirtió en abrir una botella de vino cada noche en casa. Y entonces empezó el patrón», agrega.
«Con los años, pasamos de una botella, a dos y más. Hasta el punto que empecé a abrir la botella tan pronto llegaba a casa a las 4 de la tarde».
Su matrimonio se rompió y Alice buscó refugio en la bebida.
«Mi hija me dijo que no le gustaba el hecho de que siempre olía a vino. Eso fue el momento en que pensé que podía tener un problema«.
«Las copas» dejaron de ser una recompensa de casa y se volvió una rutina. Bebía sola y no pensaba que fuera peligroso.
«Oímos historias que daban miedo de gente que bebía sin parar, pero no se trataba de personas de clase media que tomaban vino o gin-tonic por la noche», asegura.
«Cuando era niña, los hombres iban al pub y bebían. Las mujeres lo hacían menos porque el alcohol no estaba tan disponible en casa, salvo en ocasiones especiales. Ahora las cosas se han equiparado».
Daño
Alice estuvo de baja en el trabajo por depresión mientras se divorciaba y, un día tras otro, cuando su hija regresaba de la escuela, ya estaba ebria. Su hija tenía que hacerse cargo de las tareas de la casa, como preparar la comida. «También me hacía té muchas veces».
«Tuve una ‘sobredosis’ en un par de ocasiones, nunca nada serio, sólo me sentía borracha. Mi hija, que tenía 12 años entonces, tenía cada vez más miedo por lo mucho que bebía». Esto, junto a los análisis de su médico, le hizo darse cuenta del daño que se estaba haciendo a ella misma y a quienes la rodeaban.
Alice buscó inicialmente ayuda en reuniones de alcohólicos anónimos, pero le costaba mucho por ser un entorno dominado por hombres y no encontraba quien cuidara de su hija.
«Se necesitan grupos para mujeres y apoyo con el cuidado de los niños para que puedan ir a las reuniones», dice,
«Me parece que para las mujeres, especialmente las solteras, es más problemático porque temen perder a sus hijos».
Conocer los riesgos
Después de concluir que alcohólicos anónimos no le resultaba útil, le recomendaron la ONG Care, Grow, Live (cuida, crece, vive, en inglés).
La organización se dedicaba a ayudar a recuperarse a individuos cerca de su casa en Birmingham. Ayudaron a Alice a establecer objetivos para poder dejar la bebida.
«Uno de los objetivos que me puse al principio era unirme a un coro, de lo que todavía disfruto. He tenido muchísimas buenas experiencias».
Derrotar esta enfermedad hizo que Alice tuviera que renunciar a cosas también, como a algunas de sus aspiraciones profesionales para tener más tiempo para la familia.
«No necesito excederme trabajando a tiempo completo. Paso más tiempo con los niños y es menos estresante».
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