A mis 22, no quedaba nada de mí, era un bulto inútil en casa esperando la mínima oportunidad de robar un poco a mis padres para poder comprar mi siguiente dosis.

Las fiestas, los amigos, el amor de mi vida, todos se fueron yendo poco a poco solo quedaron mis viejos, con la poca paciencia que les quedaba y la mucha decepción de ver el lastre en el que me había convertido.

Una tarde mamá llego con un poco de esperanza en la mirada, hablo con papa y poco después me subieron al auto y salimos, no sabía que pasarían 42 días para  que yo regresará a casa, no sabía que 45 días serían el comienzo de una nueva y mejorada vida para mí. Una vida libre de esta terrible dependencia, un nuevo comienzo en un camino que simplemente desconocía.

Mis padres me llevaron a una clínica de rehabilitación, Albatros, se llama, recuerdo bien su nombre porque al oírlo pensé que tal vez podría abrir mis alas y volar alto y lejos de todo lo que me atormentaba.

Fueron días duros, 42 para ser exactos, lejos de mis padres, pero lo aún más doloroso, lejos de la posibilidad de inhalar.

El desintoxicar mi cuerpo fue una de las cosas más dolorosas que he vivido, sin embargo el cobijo, apoyo y aliento que recibí por parte del personal de la clínica fue la punta de lanza que me permitió mantenerme en pie.

Me enseñaron que es posible comenzar de nuevo y sobre todo aprendí a trazar mi plan de vida. Hoy, tengo 24 meses de sobriedad, tengo un trabajo estable, apoyo a mis padres y a mi comunidad; día a día me esmero por ir alcanzando cada una de las etapas de mi plan de mi vida.

Aun cuento con el apoyo de Albatros Clínica Residencial y participo activamente en el programa medio camino, aún falta mucho por recorrer, pero sé que no estoy solo, pues hay un equipo muy fuerte detrás de mí.”

Raúl N., 24 años, paciente con 24 meses de rehabilitación.

 

La rehabilitación es un proceso difícil y un camino que sin lugar a dudas conduce a una vida plena.

En Albatros Clínica de rehabilitación, contamos con un programa médico probado y una red de apoyo para que nuestros pacientes alcancen su potencial y vivan una vida libre, una vida sin sustancias, ni alcohol, una vida sin ataduras.